sábado, 2 de febrero de 2008

Un Idolo con Pies de Barro

Incuestionablemente, la "Biblia" para fanatizar a generaciones enteras de hispanoamericanos incautos induciéndolos a unirse a la causa fanática de la extrema derecha, desde México hasta Argentina y Chile, ha sido el grueso libro de Salvador Borrego Escalante titulado Derrota Mundial.

El eje central de la obra es la supuesta existencia de una fantástica "gran conspiración judía masónica comunista" para lograr el dominio mundial, y de ello no queda duda alguna con sólo ver el comentario sinóptico puesto en la parte trasera del libro por un tal M. Diaz (quien optó por inicializar su nombre escondiendo su verdadero rostro de la posteridad), comentario dentro del cual podemos leer lo siguiente:
La raza judía y la religión israelita son respetadas aquí como cualesquiera otras, y lo que en "Derrota Mundial" se exhibe es el avance de la conspiración marxista. Si los inventores de esta doctrina y sus principales propagadores son judíos y forman un grupo político internacional, decirlo no es "antisemitismo", sino hacer constar un hecho histórico.
El título del libro, "Derrota Mundial", resume la propaganda según la cual la derrota de la Alemania Nazi, lejos de ser un triunfo logrado a costa de un sacrificio extraordinario, fue una derrota no sólo para los Nazis alemanes sino también para el mundo entero, y lo ideal según esta tesis hubiera sido que Hitler hubiese triunfado imponiendo el Nazismo sobre el continente europeo para utilizarlo como plataforma para extender el Nazismo hacia el resto del mundo, incluído México. Los adherentes de estas teorías estrafalarias, traidores natos a los intereses de sus propios pueblos, incluído el pueblo de México, gustosos le habrían abierto las puertas de su país a los invasores alemanes y se habrían convertido en los mejores colaboradores de ellos de haber podido hacer tal cosa, y gustosos lo harían hoy mismo si pudieran y fuesen otras las circunstancias históricas. Pero como el Nazismo fue derrotado en Europa, han tenido que conformarse con mantener viva en las tinieblas de la clandestinidad la llama de un neo-fascismo peligroso que amenaza gravemente en estos momentos con volver a encender el planeta si no es detenido a tiempo.

De importancia toral para todos los investigadores del fenómeno de la conjura ultraderechista nacida en Guadalajara que culminó con la creación de la clandestina Organización Nacional del Yunque, es la lectura del prólogo puesto en el libro, así como del personaje que elaboró dicho prólogo. Por ello, dicho prólogo se reproducirá aquí intacto. Pero antes de dar lectura al mismo, es importante hacer algunas advertencias y aclaraciones sobre varios párrafos que irán apareciendo en dicho prólogo.

El autor del prólogo en el inicio del mismo hablará de "los enemigos del poderío alemán". Esta debe ser tomada como una referencia directa a todos los judíos, masones y comunistas que supuestamente forman parte de "la gran conspiración judía masónica comunista mundial". Hablará también del "bando que controla las comunicaciones mundiales", porque desde que el fraude literario Los Protocolos de los Sabios de Sión fue publicado en Rusia, la tesis de "la gran conspiración judía masónica comunista" se apoya en la enclenque y burda teoría de que todas las comunicaciones mundiales están controladas por judíos (¿significa esto que los Azcárraga, los dueños de Televisa, con quienes los ultraderechistas Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara no tienen ni han tenido jamás rencilla alguna, han sido todos ellos judíos, sin exceptuar ninguno, incluyendo a Lolita Ayala, Joaquín López-Dóriga, y muchos otros como ellos, al igual que Ricardo Salinas Pliego, el dueño de TV Azteca?). Hablará de "la audacia para mentir" de los judíos "controlan las comunicaciones mundiales" y de su habilidad para "engañar a la opinión mundial". El prólogo resume en buena medida el modo de pensar y de sentir de la extrema derecha de núcleo duro encarnada en varios de los sujetos más amorales que ha producido el continente americano. El prologista habla también de "el monstruo anti-cristiano" en alusión a todos los judíos del orbe cuyo único interés supuestamente es desaparecer al cristianismo, ignorando el hecho brutal de que el mismo Hitler terminó enviando a varios sacerdotes católicos a los campos de exterminio de donde ya no regresaron con vida.

El prologista, abrazando en su totalidad la propaganda ultraderechista forjada por Salvador Borrego en colaboración plena con quienes estuvieron desde un principio detrás de Salvador Borrego en la producción de semejante monstruosidad propagandística, califica al libro "Derrota Mundial" de "iluminado y profético", un libro en el cual según él se revelan los pormenores de "la conjura tremenda", clara e inconfundible alusión a "la gran conspiración judía masónica comunista".

A continuación se reproduce el prólogo a la segunda edición del libro "Derrota Mundial", puesto en la edición de los 5 mil ejemplares del libro aparecida en Marzo de 1955:

PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION

La obra de Salvador Borrego E., que hoy alcanza su segunda edición, es una de las más importantes que se hayan publicado en América. Causa satisfacción que un mexicano de la nueva generación, haya sido capaz de juzgar con tanto acierto los sucesos que conocemos bajo el nombre de la Segunda Guerra Mundial.

Colocados nosotros del lado de los enemigos del poderío alemán, es natural que todas nuestras ideas se encuentren teñidas con el color de la propaganda aliada. Las guerras modernas se desarrollan tanto en el frente de combate como en las páginas de la imprenta. La propaganda es una arma poderosa, a veces decisiva para engañar a la opinión mundial. Ya desde la primera guerra europea, se vio la audacia para mentir, que pusieron en práctica agencias y diarios que disfrutaban de reputación aparentemente intachable. La mentira, sin embargo, logró su objeto. Poblaciones enteras que debieron ser neutrales, se vieron arrastradas a participar en el conflicto, movidas por sentimientos fundados en informaciones que después se supo, habían sido deliberadamente fabricadas por el bando que controlaba las comunicaciones mundiales.

Y menos mal que necesidades geográficas o políticas nos hayan llevado a participar en conflictos que son ajenos a nuestro destino histórico; lo peor es que nos dejemos convencer por el engaño. Enhorabuena que hayamos tenido que afiliarnos con el bando que estaba más cerca de nosotros; lo malo es que haya sido tan numerosa, entre nosotros, la casta de los entusiastas de la mentira. Desventurado es el espectáculo que todavía siguen dando algunos "intelectuales" nuestros, cuando hablan de la defensa de la democracia, al mismo tiempo que no pueden borrar de sus frentes la marca infamante de haber servido dictaduras vernáculas que hacen gala de burlar sistemáticamente el sufragio. Olvidemos a estos seudo-revolucionarios, que no son otra cosa que logreros de una Revolución que han contribuído a deshonrar, y procuremos despejar el ánimo de aquellos que de buena fe se mantienen engañados.

"Durante años, dice Borrego, el mundo creyó luchar por la bandera de libertad y democracia que los países aliados enarbolaron a nombre de Polonia. Pero al consumarse la victoria, países enteros, incluyendo Polonia misma, perdieron su soberanía bajo el conjuro inexplicable de una victoria cuyo desastre muy pocos alcanzaron a preveer".

La primera edición del libro de Borrego se publicó hace dos años escasos y en tan corto tiempo, el curso de los sucesos ha confirmado sus predicciones, ha multiplicado los males que tan valientemente descubriera.

Ya no es solo Polonia; media docena de naciones europeas que fueron otros tantos florones de la cultura cristiana occidental, se encuentran aplastadas por la bota soviética, se hallan en estado de "desintegración definitiva".

Y el monstruo anti-cristiano sigue avanzando. Detrás de la sonrisa deMendes-France, siempre victorioso, dicen sus secuaces; detrás de esa enigmática sonrisa, seis millones de católicos del Vietnam, fruto precioso de un siglo de labor misionera francesa, han caído dentro de la órbita de esclavitud y de tortura que los marxistas dedican a las poblaciones cristianas.

El caso contemporáneo tiene antecedentes en las invasiones asiáticas de un Gengis-Kan, que esclavizaba naciones; tiene antecedentes en las conquistas de Solimán, que degollaba cristianos dentro de los templos que habían levantado para su fe. El conflicto de la hora es otro de los momentos angustiosos y cruciales de la lucha perenne que tiene que librar el cristianismo para subsistir.

En el libro de Borrego, penetrante y analítico, al mismo tiempo que iluminado y profético, se revelan los pormenores de la conjura tremenda.

La difusión del libro de Borrego es del más alto interés patriótico en todos los pueblos de habla española. Herederos, nosotros, de la epopeya de la Reconquista que salvó al cristianismo de la invasión de los moros, y de la Contra-Reforma encabezada por Felipe II, que salvó el catolicismo de la peligrosa conjuración de luteranos y calvinistas, nadie está más obligado que nosotros a desenmascarar a los hipócritas y a contener el avance de los perversos. La lucha ha de costarnos penalidades sin cuento. Ningún pueblo puede escapar en el día, a las exigencias de la historia, que son de acción y sacrificio.

La comodidad es anhelo de siempre, jamás realizado. La lucha entre los hombres ha de seguir indefinida y periódicamente implacable, hasta en tanto se acerque el fin de los tiempos, según advierte la profecía.

Febrero de 1955.

De este modo, la total adherencia del prologista a las doctrinas promulgadas por la extrema derecha es algo que está fuera de toda duda. De haber nacido en Alemania, seguramente habría sido uno de los mejores colaboradores que Hitler podría haber tenido a su servicio en su causa desquiciada. Falta tan sólo aclarar de quién se trata. Nos falta tan sólo documentar aquí el nombre del prologista.

El prologista en cuestión es nadie menos que José María Albino Vasconcelos Calderón, mejor conocido como José Vasconcelos:





Sí. Se trata del famoso "Maestro de la Juventud de América". Y no se trata de ningún homónimo. Es el mismo famoso personaje, tan homenajeado, tan festinado, tan celebrado en esos mismos medios de comunicación mundiales que la propaganda ultraderechista todavía nos quiere hacer creer a todos que están controlados por agentes al servicio de "la gran conspiración judía masónica comunista".

Es hecho histórico incontestable el que, desde antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, José Vasconcelos ya había manifestado profundas simpatías por el régimen Nazi de Alemania. De ello dan evidencia sus participaciones en la revista Timón. Nunca ocultó su admiración por el dictador alemán cuando estaba ascendiendo, y Vasconcelos hubiera honestamente deseado con todas las fuerzas de su corazón un régimen en México idéntico en muchos respectos al que estaba construyendo Hitler en la cada vez más nazificada Alemania.

Pero más importante aún es el hecho de que cuando José Vasconcelos elaboró el prólogo a la obra cumbre de su estimado colega ultraderechista Salvador Borrego lo hizo en febrero de 1955, o sea diez años después de que terminara la Segunda Guerra Mundial, cuando las atrocidades ocurridas en los campos de exterminio Nazis en Europa estaban plenamente documentadas y hechas del dominio público. No lo detuvo en lo más mínimo la magnitud del holocausto judío llevado a cabo una década atrás, y antes bien al "endosar" el libro de Salvador Borrego abrazó las estrafalarias teorías revisionistas que todavía el día de hoy pretenden "limpiar" la imagen de Hitler presentando al terrible holocausto judío como un cuento de hadas. Cuando José Vasconcelos apadrinó al libro cumbre del máximo expositor de la extrema derecha mexicana, sabía muy bien lo que estaba haciendo, estaba en plena posesión de sus facultades mentales. No hay excusa ni justificante que se pueda argumentar a su favor. Y cuando José Vasconcelos murió cuatro años después de haber prologado al libro de Salvador Borrego, murió sin retractarse de lo dicho, siempre le sostuvo su apoyo hasta el final de sus días. Es por ello que los vanos intentos históricos llevados a cabo para "lavar la imagen" de José Vasconcelos argumentando que Vasconcelos repudió al Nazismo alemán al enterarse de las barbaridades incurridas por las animalizadas hordas al servicio del Tercer Reich resultan pueriles. La cruda y descarnada realidad es que José Vasconcelos, muy celebrado como uno de los "grandes sabios de México", murió convencido hasta la médula de sus huesos en todas las mentiras propaladas por la propaganda Nazi y neo-Nazi; y no sólo ello, sino que también para él la derrota de Hitler fue una "derrota mundial", como si el mundo entero y sobre todo México hubiese tenido realmente algo que ganar con el triunfo absoluto y total de las hordas Hitlerianas sobre las fuerzas aliadas.

Entonces, ¿cómo explicar el mito construído en torno a José Vasconcelos? ¿Cómo justificar el que se haya estado elevando por tanto tiempo a tan alto pedestal a un ídolo con pies de barro? La razón es muy sencilla: las fuerzas con las cuales se alió han estado involucradas en varios frentes creando y forjando al través de los años una leyenda en torno a José Vasconcelos lavándole su pasado, creando y forjando un José Vasconcelos que en realidad nunca existió, creando un mito, una leyenda completamente alejada de la realidad. Esta ha sido una labor no de semanas o meses, sino de varias décadas, abarcando un espacio histórico de medio siglo, tiempo suficiente para que la repetición de una mentira una y mil veces termine convirtiéndose en realidad, tal y como lo enseñara el verdadero maestro de propagandistas, Joseph Goebbels. La muestra más reciente y clara de ello es el haberle dado a la costosa megabiblioteca construída en la Ciudad de México el nombre de José Vasconcelos (la cual por cierto tuvo que ser cerrada en Marzo del 2007 por numerosos defectos de construcción que comenzaron a aflorar al poco tiempo de haber sido inaugurada, habiendo detectado la Auditoría Superior de la Federación 36 irregularidades graves que llevó a la ASF a pedirle al Congreso fincarle responsabilidades a varios funcionarios) habiendo tantos otros nombres de personajes históricos con mucho mayores méritos tales como el Padre de la Patria Don Miguel Hidalgo y Costilla y Sor Juana Inés de la Cruz, homenaje vasconcelista llevado a cabo a instancias del pro-Yunquista Presidente de México Vicente Fox cuyas propias ligas y lazos de amistad con gente del núcleo duro de la ultraderecha están ampliamente documentados. Y entre quienes han estado muy activos en el forjamiento del mito en torno a José Vasconcelos se cuentan precisamente los grandes zares de la ultraderecha radicados en la ciudad de Guadalajara. Para ellos él siempre fue y sigue siendo uno de sus más grandes ídolos, y el día de hoy hemos documentado aquí las razones del por qué.

Pero esto no es todo. La misma Universidad Autónoma de Guadalajara, en su propaganda "abierta", se ufana de que José Vasconcelos llamó a la Autónoma de Guadalajara "el milagro cultural de América". ¿Y cómo no habría de serlo para José Vasconcelos, habiendo servido esta institución para mantener encendida en la clandestinidad la antorcha de la extrema derecha que se apagó en Europa el mismo día en que Hitler cobardemente se quitó la vida para no tener que responder ante nadie por sus viles actos y por todas las atrocidades cometidas en su nombre? En la Autónoma de Guadalajara le tienen puesta a José Vasconcelos una escuela preparatoria que lleva su nombre. Siempre hubo una estrecha unión entre José Vasconcelos y la Universidad Autónoma de Guadalajara, y hoy podemos dar por hecho las razones de ello. Independientemente de algunos méritos que haya tenido, el acendrado ultraderechismo de José Vasconcelos expuesto por su propio puño y letra debe ser considerado la verdadera y principal razón por la cual siempre tuvo y sigue teniendo aún muerto la lealtad y la admiración incondicional de la sociedad neo-Nazi secreta "Tecos" de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Y a su vez, el acendrado ultraderechismo de los fundadores de la sociedad neo-Nazi secreta "Tecos" de la Universidad Autónoma de Guadalajara debe ser considerado como la verdadera y principal razón por la cual esta cuestionable institución "educativa" siempre tuvo la lealtad y amistad incondicional del "maestro" de la "juventud de América", el mismo que la llamó "el milagro cultural de América", título que posiblemente también el mismo Hitler le habría dado a la Autónoma de Guadalajara de haber sabido lo que estaba ocurriendo y lo que sigue ocurriendo en estos momentos tras sus muros.

Lo verdaderamente irónico, por no decir contradictorio, es que el increíblemente cínico José Vasconcelos haya estado hablando sin cortapisas acerca de lo que él siempre llamó "la audacia para mentir, que pusieron en práctica agencias y diarios que disfrutaban de reputación aparentemente intachable", siendo que él mismo estuvo avalando avalando hasta el final de sus días un revisionismo histórico basado en gran parte precisamente en la mentira y el engaño.

Queda una interrogante terrible que no ha podido ser contestada: ¿Estaba José Vasconcelos enterado en los años cincuenta de los planes para diseminar en las tinieblas de la obscuridad las ideologías de la ultraderecha con la meta de instalar a la larga en México un gobierno paralelo secreto? ¿Estaba consciente de lo que se estaba urdiendo y tramando ya desde aquél entonces en la ciudad de Guadalajara? Vasconcelos no puede contestarnos esa pregunta porque ya es un cadáver, muy festinado y homenajeado por aquellos con quienes se alió, pero al fin cadáver. Y sus colegas ultraderechistas que le sobreviven no están en muy buena disposición para confesar algo tan terrible. Este es uno de los pocos secretos que aún les quedan a los zares de la ultraderecha mexicana, uno de los pocos secretos a los cuales Spectator no ha podido tener acceso. Pero considerando que José Vasconcelos murió aliado a la causa de ellos hasta el fin de sus días, hay muy buenas probabilidades de que Vasconcelos si estuviese enterado de la conjura gestándose en Guadalajara, conjura en la cual habría depositado grandes esperanzas y la cual explicaría el final de su prólogo en donde dice que "nadie está más obligado que nosotros a desenmascarar a los hipócritas y a contener el avance de los perversos", posiblemente anticipando la lucha que sería desatada por las fuerzas obscuras de la ultraderecha encubierta para tomar las riendas del poder polítido del país en sus manos, lo cual ha llegado a su punto álgido con la creación de la Organización Nacional del Yunque.

Es importante señalar que no es Spectator quien está bajando a José Vasconcelos de su pedestal. Es el mismo José Vasconcelos quien, de su propio puño y letra, dejó los elementos necesarios para desmitificarlo e igualarlo con gente de la calaña de Salvador Borrego y Julius Streicher. Y aunque sus apologistas aún reconociendo sus "pequeños desvaríos ideológicos" le atribuyen a Vasconcelos virtudes sin par, hay que recordar otros personajes históricos en la misma situación, como lo es el caso del Doctor Josef Mengele, el "Angel de la Muerte" del campo de concentración de Auschwitz, el "médico" infame famoso por sus experimentos en vivo sin anestesia llevados a cabo sobre seres humanos cuya única culpa fue haber caído en sus manos. ¿Sabían los detractores de Mengele que este doctorcito en realidad como médico era un médico muy competente, habiendo graduado con altas calificaciones de la carrera? Si hemos de aplicarle a Mengele las mismas consideraciones dadas a José Vasconcelos, pues habría que empezar a ponerle su nombre a varias escuelas de medicina.

Regresando al prólogo elaborado por José Vasconcelos, el verdadero José Vasconcelos, el ultraderechista mexicano endurecido y envilecido por el costal de las mismas famosas mentiras repetidas mil y una veces, no el mito creado con una falsa imagen restregada hasta el cansancio en todos los medios posibles por los agentes desinformadores al servicio de la ultraderecha, se debe suponer por lo que escribió Vasconcelos en su prólogo que Estados Unidos jamás debió haber entrado como partícipe activo en la Segunda Guerra Mundial, pese a la despiadada carnicería llevada a cabo sin aviso previo por el fascista Japón en contra de Pearl Harbor que causó incontables daños materiales y enorme pérdida de vidas humanas tanto entre la población militar como entre la población civil, simple y sencillamente porque abstenerse de responder era lo "moralmente justo y correcto" (al decir de la ultraderecha), como tampoco México debió haber participado jamás en la guerra contra la locura del Nazismo Hitleriano por las mismas razones pese al hundimiento injustificado de los barcos petroleros mexicanos Potrero del Llano y Faja de Oro a manos de submarinos alemanes Nazis operando en el Golfo de México. Haberse quedado cruzado de brazos pese a todas estas agresiones hubiera sido "lo correcto", en vez de dejarse llevar por "informaciones que después se supo, habían sido deliberadamente fabricadas por el bando que controlaba las comunicaciones mundiales" (léase "la gran conspiración judía masónica comunista"). Miente rotundamente José Vasconcelos cuando afirmó en su prólogo que las razones para países como Estados Unidos y México de entrar en el conflicto mundial se debieron a la lucha "por la bandera de libertad y democracia que los países aliados enarbolaron a nombre de Polonia". Las agresiones de Pearl Harbor y el hundimiento de los buques Potrero del Llano y Faja de Oro no tuvieron absolutamente nada que ver con Polonia. De acuerdo con José Vasconcelos, si hemos de leerlo correctamente, el mundo entero, México incluído, se debería de haber quedado cruzado de brazos aguantando con estoicidad y abnegación todas estas agresiones, permitiéndole al Nazismo alemán y a sus aliados y colaboradores consumar sus megalómanos sueños de dominación mundial, sueños en los cuales José Vasconcelos seguramente habría tenido un papel importante de haberle dado el destino tal oportunidad.

Y en cuanto a Polonia, ya que tanto la menciona el prologista, está hoy mil veces mejor que como lo hubiera estado de estar controlando algún sucesor de Hitler los destinos de la humanidad. ¿Acaso no salió de la Polonia de la post-guerra un Papa extraordinario, el Papa Karol Woyjtila, el Papa Juan Pablo II, un Papa que fue testigo de primera mano de las incalificables barbaries y atrocidades cometidas por una horda de seres brutales y despiadados que siempre vieron al cristianismo y a la religión como un estorbo para sus planes? De haber sido ciertas las miles de patrañas inventadas por propagandistas como Salvador Borrego, el grupo clandestino ultraderechista Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, y su creación sublime la Organización Nacional del Yunque, los "comunistas marxistoides judíos" habrían matado a todos los sacerdotes católicos de Polonia, incluído Karol Woyjtila, y no habría quedado ni uno solo.

Y en cuanto a Vietnam, Estados Unidos perdió la guerra, se retiró, y el día de hoy Vietnam no es un país comunista, porque su guerra -en contra de lo que siempre afirmó la ultraderecha mexicana era "parte del gran plan de dominio mundial de la gran conspiración judía"- desde el principio hasta el final fue una guerra civil que desde el principio hasta el final debería de haber sido dirimida por los mismos vietnamitas. En Vietnam hay plena libertad de culto religioso para todos, incluídos esos "seis millones de católicos del Vietnam, fruto precioso de un siglo de labor misionera francesa, que han caído dentro de la órbita de esclavitud y de tortura que los marxistas dedican a las poblaciones cristianas", y en el Vietnam de hoy... ¡hasta florece el capitalismo! Y todo ello sin haber tenido que disparar una sola bala tras la retirada norteamericana. Entonces... ¿en qué quedaron los catastrofistas vaticinios de los ultraderechistas mexicanos, incluídos intelectuales neo-fascistoides como José Vasconcelos?

Pues, como siempre... en el canasto de la basura.

La revista Timón

JV





El muy homenajeado y muy ensalzado ídolo mexicano de las derechas de México desde las de corte moderado hasta las ultraderechas de corte neo-Nazi, José Vasconcelos, dejó tras de sí un rastro que aunque sus admiradores quisieran ver desaparecido no les ha sido posible borrar y ahora resucita de varias maneras para arrojar una terrible sombra de vergüenza e ignominia sobre este hombre que en la vida real era precisamente lo contrario de lo que su convincente oratoria nos quería hacer creer. Una de las pruebas más contundentes sobre la filiación pro-Nazi de José Vasconcelos es un artículo titulado La revista "Timón" y la colaboración Nazi de José Vasconcelos es, elaborado por ell Doctor Itzhak Bar-Lewaw Mulstock, el cual tiene en su haber otras obras tales como "Plácido: Vida y obra", "El mundo literario de José Vasconcelos" y "Huellas del náhuatl en el castellano de México", y el cual como su nombre y apellidos lo indican es un académico judío (Spectator detesta y aborrece quizá más que nadie la ultraderechista costumbre de clasificar a cualquier persona como judío o no-judío guiándose únicamente por el nombre y los apellidos de la persona, una práctica que casi nunca dá en el blanco, pero en este único caso se hará una excepción a la regla, por el simple hecho de que el Profesor Bar-Lewaw no oculta a nadie su ascendencia judía y mucho menos se apena de ella).

El incluír cualquier trabajo elaborado por un académico judío dentro de una serie de documentos dedicados a exponer al neo-Nazismo y al creciente peligro de la ultraderecha encubierta de México siempre conlleva el riesgo de una pérdida de objetividad en virtud de que el autor aunque haga todo lo posible por llevar a cabo un análisis completamente neutral e imparcial siempre está expuesto a dejarse llevar en cualquier momento así sea inconscientemente por los sentimientos que le provoquen aquellas personas que se abocaron o se están abocando al asesinato total en este planeta de todos aquellos que lleven algo de sangre judía. Es en casos como estos en los cuales se vuelve necesario verificar todas y cada una de las fuentes documentales en las cuales se basó el autor para elaborar su trabajo, sometiéndolo todo a un microscopio.

Afortunadamente, Spectator está en posesión de copias documentales de todas las referencias consultadas y citadas por el Profesor Itzhak Bar-Lewaw Mulstock, y efectivamente, lo que cita el Profesor Bar-Lewaw apareció publicado tal y como él lo reproduce (si algún Sabio de la Ultraderecha pone esto en tela de duda, Spectator lo invita e inclusive lo reta a que demuestre que cualquiera de los documentos y las referencias citadas no existen o que fueron deliberadamente falseados).

Habiendo pasado el trabajo del Profesor Bar-Lewaw la "prueba del ácido", Spectator lo reproduce íntegramente sin cambio alguno para que los lectores se puedan formar una opinión mejor informada y más precisa sobre quién fue realmente José Vasconcelos. Y si la verdad le duele a algunos (en este caso, posiblemente le dolerá a muchos, considerando el alto pedestal al cual fue elevado José Vasconcelos), Spectator no será quien pida disculpas por ello, porque ultimadamente no son los actos de Spectator o del Profesor Itzhak Bar-Lewaw Mulstock los que están a juicio aquí, sino los actos en los que incurrió el mismo José Vasconcelos en vida. Él y sólo él era quien podía haber tratado de dar una justificación o una explicación a estas cosas que hizo. Pero como él no lo hizo, Spectator ciertamente no lo hará por él. No lo merece.

Procedamos pues a la lectura del artículo:

La revista "Timón" y la colaboración Nazi de José Vasconcelos
Itzhak Bar-Lewaw
York University
Toronto, Canadá
AIH. Actas IV (1971)
Centro Virtual Cervantes

Aun muy pocos especialistas de la literatura hispanoamericana, en general, y de la literatura mexicana, en particular, saben de la existencia de la revista Timón y lo que ella tiene que ver con José Vasconcelos, quien, en cierto modo, constituye un mito y leyenda en América Latina.

No quisiera destrozar ese mito, pero como investigador y crítico literario tengo que decir la verdad. Vasconcelos mismo toma por lema el aforismo de San Jerónimo: «La verdad hay que decirla, aunque sea motivo de escándalo.»

En mis libros (Introducción critico-biográfica a José Vasconcelos, Madrid, 1965. José Vasconcelos, Vida y Obra. Prólogo de Salvador Azuela. México, D. F.. 1966.), artículos y ensayos sobre Vasconcelos, digo buenas y malas cosas sobre el hombre que tanta influencia tenía en la vida pública de México entre 1910 y 1959; juzgo su obra y actividades políticas y evalúo sus escritos de índole sociológica, histórica, educadora, periodística y literaria. Yo sabía que Vasconcelos era en su juventud un comunistoide —él mismo lo cuenta y admite—; también sabía que años más tarde volvió al catolicismo, y que era un hombre de varios colores. Antiyanqui (pero sólo en sus escritos, ya que durante muchos años vivió en los Estados Unidos trabajando y enseñando en sus universidades), Vasconcelos combate la dictadura de Juan Vicente Gómez de Venezuela, y años más tarde simpatiza con Perón y otros dictadores de países de habla castellana.

Mas tengo que confesar lo siguiente: Al publicar mi libro en 1965 y 1966 no sabía que José Vasconcelos —el tan llamado Maestro de la Juventud Latinoamericana, aunque nunca haya tenido cátedra en América Latina, sólo en los Estados Unidos, que «soi-disant» tanto odiaba— durante la Segunda Guerra Mundial, en 1940, entre los meses de febrero y junio de aquel año, nuestro don José era un agente de la propaganda nazi-hitleriana de la peor especie.

Menester es aclarar que ninguna biliografía oficial o semioficial de la vasta obra vasconceliana, menciona la revista Timón, y Vasconcelos en sus frecuentes pláticas durante los dos últimos años de su vida con el autor de la presente ponencia, nunca lo ha mencionado. La confesión de ignorancia no es excusa, sino aclaración.

Para quedarnos en el sendero de la verdad, hay que admitir que muchos mexicanos sabían de esa bochornosa revista de Vasconcelos. Personalmente mis indagaciones no han tenido éxito en México, ya que muchas personas fidedignas y serias en la Universidad Nacional Autónoma de México y hombres de letras de aquel país me aconsejaban no perder mi tiempo, ya que según ellos «rumores de la colaboración nazi de Vasconcelos eran puras calumnias y nada más». Mis búsquedas en la Embajada alemana en México entre 1956 y 1961 no eran fructuosas, puesto que me he encontrado con un muro de silencio por parte de los empleados y diplomáticos. Me explico la actitud de los mexicanos como deseo de olvidar el pasado de Vasconcelos, ya que tenían vergüenza a causa de esa revista. Otra explicación no hay, o por lo menos, no la encuentro yo. Por falta de tiempo tendré que limitar mi ponencia a tres puntos principales.

1. El origen de la revista Timón.
2. La redacción de la revista.
3. El contenido de Timón.

ad 1. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, el 1 de septiembre de 1939, los alemanes buscaban febrilmente a agentes en todos los países neutrales para interpretar el punto de vista de los nazis.

Uno de los puntos más importantes en el mapa nazi era América Latina. Buscaban allí intelectuales con cierto peso e influencia. Nadie podía servirles mejor que J. Vasconcelos, autor discutido, pero leído en toda América. Con la ayuda de los comerciantes alemanes en México —los que, al publicarse la revista Timón, anunciaban allí sus productos y mercancías— el agregado de prensa de la Embajada nazi en la ciudad de México, Walter Dietrich, financiaba la empresa (hay que tener en cuenta el hecho de que Vasconcelos no era un hombre rico, ni en condiciones de emprender una empresa de tal envergadura sin medios económicos asegurados), y el 22 de febrero de 1940 apareció el primer número de Timón, cuyo director era el licenciado José Vasconcelos, y su administrador un tal César Calvo.

De esta bochornosa revista editaron 17 números. Al ser nombrado rector de la Universidad de México en 1920, Vasconcelos proclamaba como lema: «Por mi raza hablará el espíritu»; en la revista Timón, por la garganta de Vasconcelos habla la voz de Hitler y Goebbels, y sus secuaces.

Las locuras de José Vasconcelos hasta el año de 1940 son bastante conocidas y no es cosa de citar aquí todos sus escándalos, sus pleitos, querellas, amoríos baratos y más serios, etc. Él mismo los cuenta —y con muchos detalles— en sus cuatro tomos autobiográficos de Ulises criollo, La tormenta, El desastre y El proconsulado. Pero la locura de la revista Timón, a mi modo de ver, no tiene otra explicación sino la siguiente: Vasconcelos pensaba seriamente que Hitler ganaría la guerra en Europa, y que en México habría un régimen pro nazi bajo la presidencia... —ustedes adivinan ya—... de José Vasconcelos.
ad 2. La redacción de la revista fue ubicada en la calle San Juan de Letrán, núm. 68, es decir, en el corazón de la capital mexicana. La mayor parte de los 17 números tiene cubiertas de índole política; un soldado alemán en guardia, Hitler dando una patada a Inglaterra sobre el mapa de Europa, bombas magnéticas de Alemania, el Tío Sam y la tormenta europea, etcétera.

La revista contiene muchos artículos no firmados, en su mayoría pro nazis, o documentos sacados de los archivos militares alemanes, o de las oficinas de Goebbels. En total hubo unos 60 colaboradores, todos gente mediocre o de pésima fama periodística en México, como un tal Carlos Roel, quien en otra revista de extrema derecha mexicana La Reacción defendía ya antes la guerra el racismo nazi, o un Francisco Struck, quien en el núm. 16 de la revista afirma que: «Hitler es la escoba de Dios que está barriendo de la superficie de la Tierra todo lo malo que se había acumulado durante siglos...» Sólo el doctor Atl y Andrés Henestrosa constituyen la excepción, ya que gozaban de cierto prestigio en México. Ellos también eran colaboradores del Timón.

La temática del Timón es variada y busca complacer al vulgo a quien está destinado. Aparte de noticias de Hollywood, del cine alemán, la ópera, filatelia, adelantos de la técnica y ciencias alemanas, trozos de varias novelas de Cervantes. Gide y otros, hay escasas noticias sobre la política en México. Se leen también noticias sobre varios acontecimientos en los países iberoamericanos, pero la mayor parte de las informaciones, artículos firmados y no firmados, fotos y observaciones acerca de la vida política trata de la guerra en Europa, del avance de Alemania en todos los frentes militares, los planes nazis en el futuro próximo y lejano después de la «victoria final», la vil y cobarde Inglaterra, la actitud de los Estados Unidos hacia el conflicto europeo, la superinfluencia judía en las democracias del Occidente, etcétera.

La mayoría de las fotos en Timón son de origen alemán, italiano o japonés. Muestran el heroísmo de los soldados del Eje. Los mapas sobre el estado de las campañas militares en Europa se publican con títulos alemanes, y la redacción del Timón ni siquiera se molestaba en traducirlos al español. Aun los anuncios comerciales de la crema Nivea, crema para los dientes y otros, llevan fotos cuyas caras son claramente teutónicas, es decir, enviadas directamente de Alemania.

La revista publica columnas que aparecen en la mayoría o en casi todos los números de Timón: «Libros e ideas», «Política internacional» o «Panorama internacional», «La Semana de México» o «La Semana Nacional», «Centelleos» y «Documentos para la Historia», casi todas de fuentes nazis o fascistas.

ad 3. El contenido del Timón es violentamente antialiado, es decir, antipolaco, antifrancés, antiinglés y, claro está, antjudio. Obsérvese un hecho de sumo interés e importancia: Vasconcelos era muy antiyanqui, pero en la primera mitad del 1940 los Estados Unidos todavía no han declarado la guerra a las potencias del Eje, y la postura del director de la revista Timón hacia los norteamericanos es bastante tibia. Trata —al igual que los nazis en aquella época— de convencer a Estados Unidos que más vale no entrar en la guerra, que Hitler era un genio militar y que la «victoria final» de Alemania ya estaba asegurada. La misma «graulpropaganda» de Goebbels está destinada también a los mexicanos. Del contenido del Timón se puede comprender que seria
mejorpara México prepararse para un régimen nazi o pro nazi. Los mexicanos leen en la revista que en Alemania hay abundancia de víveres, que la ciencia y técnica alemanas son las más desarrolladas en el mundo entero, que el soldado alemán es el más noble y capaz de todos los otros ejércitos, y así por el estilo.

Los colaboradores del Timón traducen aún del alemán términos nazis, verbigracia: espacio vital (Lebensraum en la lengua alemana). Me limitaré a indicar brevemente la división de los artículos más importantes del Timón y su contenido:

1. Artículos firmados por José Vasconcelos.
2. Editoriales, no firmados por Vasconcelos, pero que son suyos, por el estilo, contenido y manera de expresarse.
3. Artículos antialiados (en aquella época contra Polonia, Francia e Inglaterra). Los artículos en contra de los Estados Unidos no son fuertes, como lo hemos explicado antes.
4. Artículos antijudíos.
5. Artículos netamente pro nazis.

La revista contiene también fotos, donde se ve a José Vasconcelos en la Embajada alemana en México, rodeado de varias personalidades nazis.

Nuestro Vasconcelos firma artículos sobre la excelencia de los tristemente célebres Protocolos de los Sabiosde Sión. En el núm. 14de la revista del 25 de mayo de 1940, Vasconcelos publica un artículo «En defensa propia» donde cita un capítulo de los Protocolos: «El dominio de la prensa por Israel ha sido sabiamente previsto y ordenado por el programa mundial judío, y en los Protocolos de los sabios de Sión constan y los transcribo al respecto... —I. La ensillaremos y como a yegua fogosa, cogeremos corta la rienda... —II. No llegará noticia alguna a conocimiento de los pueblos que no haya pasado antes por nuestra censura.—III. Literatura y periodismo son dos potencias educadoras sumamente importantes, y por esta razón nos adueñamos de la mayoría de los periódicos y revistas...» Y Vasconcelos añade por su propia cuenta: «No podían expresarse los
judíos más claro en su programa mundial.»

En otro artículo firmado por José Vasconcelos en la revista Timón (núm. 16, el 8 de junio de 1940) bajo el título «La inteligencia se impone», afirma lo siguiente:

«Hitler, aunque dispone de un poder absoluto, se halla a mil leguas del cesarismo. La fuerza no le viene a Hitler del cuartel, sino del libro que le inspiró su cacumen. El poder no se lo debe Hitler a las tropas, ni a los batallones, sino a sus propios discursos... Hitler representa, en suma, una idea, la idea alemana, tantas veces humillada antaño por el militarismo de los franceses, la perfidia de los ingleses. En contra de Hitler, es verdad, se hallan combatiendo «Democracias» gobernadas por civiles. Pero son democracias de nombre.»

En «Ante el destino» (Editorial, núm. 14,25de mayo de 1940), la revista declara:

«Lo que si va apareciendo evidente, aun para los empecinados, es el triunfo de Alemania sobre sus rivales y el cambio histórico que en consecuencia va a operarse en el mundo... ¡Pero ganaremos con la victoria alemana! Y no porque creamos que Alemania va a constituirse en campeón de Latinoamérica. Es ley de la Historia que cada pueblo conquiste su propia libertad... Y ahora nosotros en la América española pensamos en que una nación inspirada logra siempre aprovechar los grandes cambios históricos en beneficio de su futuro...» ,

Los artículos anti-aliados llevan por títulos: «El lobo londinense con piel de oveja», «Un mundo más feliz eliminando el poderío británico», «Inglaterra se va», «Mucho de lo que puede ocurrir en el mundo si Albión es vencida», «En cualquier parte del mundo donde hay un negocio, ahí habrá un inglés», etc.; hablan por sí mismos y no necesitan comentario.

En el artículo «Adolfo Hitler», el licenciado Antonio Islas Bravo (núm. 15) declara:

«Con motivo del reciente cumpleaños de Adolfo Hitler, el Ministro Ribbentrop declaró que el mandatario alemán es el hombre más grande que han producido los siglos. No hay exageración en lo afirmado por el Ministerio de Relaciones del Reich... Al igual que los alemanes, los franceses, los ingleses, los belgas, los escandinavos, los americanos, etc., habrán de reconocer la grandeza de Hitler, no limitada al pueblo alemán, sino desplazada hacia todos los hombres que caminan sobre los accidentados y penosos territorios de la civilización... La verdadera grandeza está en los directores de hombres, y Hitler es el más grande de todos ellos. Ribbentrop tiene razón...»

Cabe preguntarse: ¿Por qué lo hizo Vasconcelos? ¿Por dinero? ¿Por haber sido simplemente agente nazi? ¿Por venganza en contra de las autoridades mexicanas que, según él, le imkidieron la Presidencia en 1929? ¿Por odio a los norteamericanos en particular, y a los judíos y anglosajones en general? ¿Pensaba Vasconcelos de veras llegar a ser sátrapa de México después de la «Victoria final» de Hitler?

Fueran los que fueran los motivos personales de José Vasconcelos, no cabe ninguna duda que la revista Timón, bajo su dirección personal, y los artículos allí publicados por él y por la mayoría de suscolaboradores, constituyen una mancha muy grave en la vida de este escritor mexicano.

I. BAR-LEWAW.
York University
TORONTO, CANADA

Habiendo leído con cuidado el anterior trabajo académico del Profesor Bar-Lewaw, estamos mejor preparados para leer el siguiente artículo:

Ese olvidado nazi mexicano de nombre José Vasconcelos
Héctor Orestes Aguilar
Revista Trimestral Istor, Año VIII, Número 30
Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE)
Otoño del 2007

El germanófilo es realmente un anglófobo. Ignora con perfección a Alemania,pero no se resigna al entusiasmo por un país que combate a Inglaterra [...] La ignorancia plena de lo germánico no agota, sin embargo, la definición de nuestros germanófilos [...] Es, asimismo, antisemita [...] inicia o esboza el panegírico de Hitler: varón providencial cuyos infatigables discursos predican la extinción de todos los charlatanes y demagogos [...] idolatra a Hitler, no a pesar de las bombas cenitales y de las invasiones fulmíneas, de las ametralladoras, de las delaciones y de los perjurios, sino a causa de esas costumbres y de esos instrumentos. Le alegra lo malvado, lo atroz [...] El hitlerista, siempre, es un rencoroso, un adorador secreto, y a veces público, de la “viveza” forajida y de la crueldad [...] No es imposible que Adolf Hitler tenga alguna justificación: sé que los germanófilos no la tienen.

Jorge Luis Borges, “Definición de germanófilo”, revista El Hogar, 13 de diciembre de 1940.

El sábado 18 de octubre de 1941 los lectores del periódico mexicano El popular se amanecieron con un encabezado a ocho columnas que los aguardaba, furtivo y perturbador, en la segunda sección del diario: “El Partido Nazi en nuestro país”. Tal era el título de una extensa nota acerca del discurso que Vicente Lombardo Toledano, Presidente de la Confederación de Trabajadores de América Latina, había pronunciado el día anterior en la Arena México. La redacción de El popular resaltaba las “proporciones colosales de la conspiración fascista en México” y prometía a quienes cursaran el nutrido reportaje una “lista completa con nombres, direcciones y actividades de los miembros del partido hitlerista alemán en toda la República”.

La leyenda de una red de organizaciones nacionalsocialistas en el México de la Segunda Guerra Mundial, largamente explotada por medios sensacionalistas y conocida popularmente como la “Quinta Columna”, quedó así desmontada para cobrar una realidad imprevisible. Aunque el discurso de Lombardo y su versión periodística en El popular hacían referencia a todos los vínculos posibles establecidos por los nazis en nuestro país, incluyendo lo mismo a grupos sinarquistas que a organismos “cristianos”, a ciudadanos de los países ocupados por Alemania y a los fascistas españoles, italianos, franceses y japoneses, con el correr de los años ha podido documentarse que los ciudadanos alemanes en México identificables plenamente como nacionalsocialistas pasaron de ser tan sólo siete en 1930 a constituir, a finales de 1939, una estimable comunidad de 366 miembros de distintas organizaciones esparcidas por toda la república y en diversos ámbitos sociales. En ciudades como el D.F., Monterrey y Puebla; en puertos como Tampico, Veracruz, Mazatlán, La Paz, Guaymas, Acapulco, Manzanillo, Puerto Ángel y Salina Cruz; y en fronteras como Nogales, Juárez, Piedras Negras y Matamoros, esos conjurados habrían desplegado movimientos clandestinos de todo orden, especialmente acciones de proselitismo y propaganda.

Aunque la lista negra de Lombardo y El popular fue la más exhaustiva que se conoció de manera pública y masiva en tiempos de guerra, omitía uno de los episodios axiales de la difusión del nacionalsocialismo en nuestro país: la publicación de la revista Timón, dirigida por José Vasconcelos en 1940. Desde entonces, ya sea como omisión involuntaria en las biografías del escritor mexicano o como calculado paréntesis en las historias de las ideas nacionales, el extraño momento en que un heterogéneo grupo de escritores, políticos, periodistas, traductores y admiradores de Hitler se reúne para dar a luz al mayor medio propagandístico favorable al III Reich en América Latina, ignorando en buena medida la realidad de Alemania y de los alemanes de la época, parece haber quedado borrado de toda memoria literaria y registro histórico.

CRIMEN DE UN ENSAYO

A mediados de los años 1960, el crítico e investigador estadounidense de origen judío Itzhak Bar-Lewaw Mulstock dio a la Editora Intercontinental los originales de un ensayo escrito directamente en castellano que terminaría de imprimirse el 30 de septiembre de 1965 y que comenzó a circular hasta 1966: José Vasconcelos, vida y obra. Bar-Lewaw tenía una extensa carrera pero distaba mucho de ser un experto en historia mexicana. Sin embargo, contaba con el prestigio de ser doctor en Filosofía y Letras, profesor en las cátedras de literatura iberoamericana en las Universidades de Kansas, Florida y Chile, y de filología española en la Universidad Central del Ecuador, experto en las obras de José Martí, Julián del Casal, José Asunción Silva, Alfonso Reyes y César Vallejo, además de asiduo conferencista en universidades y centros culturales de casi todos los países de América.

Aquel libro, que abre con un conceptuoso prólogo de Salvador Azuela, es una semblanza didáctica y ligera muy distinta a las monografías, memorias y disertaciones de otros expertos en el autor del Ulises Criollo. Bar-Lewaw contaba en su haber, además, con un estudio más académico titulado Introducción Crítico-Biográfica a José Vasconcelos, aparecido un poco antes en Madrid. Inofensivos, aquiescentes y por momentos muy elogiosos, ambos volúmenes dan
cuenta de la criminal ingenuidad política de su autor e ignoraban por completo el pasaje nacionalsocialista en la carrera pública de su biografiado. Resulta curioso –pero acaso inevitable– que haya sido un bonachón y devoto crítico literario judío, quien sostuvo frecuentes pláticas con Vasconcelos durante los dos últimos años de su vida sin enterarse de estar hablando con un viejo hagiógrafo de Hitler, el que revelara los detalles de un caso sepultado en archivo muerto con el aparente beneplácito y complicidad de toda la sociedad literaria mexicana. Sólo diez años después de la muerte de Vasconcelos, acaecida el 30 de junio de 1959, Bar-Lewaw parece haber encontrado, en circunstancias que no han sido aclaradas aún, con la pista que le condujo hasta la evidencia irrebatible: los ejemplares de la “Revista Continental” Timón.

Éste fue el más radical de los experimentos publicitarios de José Vasconcelos. Si ya durante su gestión como Secretario de Educación Pública había editado un sinfín de libros en tirajes de millones de ejemplares, Vasconcelos inició también la publicación de revistas como El libro y el pueblo y El Maestro (1921-1923), primer gran órgano de la cultura oficial que alcanzó a tirar 75 mil ejemplares por número y planeada como una revista miscelánea de esparcimiento y fácil lectura. Un poco más tarde, en 1924, fundaría su primera revista política como escaparate para su oposición personal al régimen, La Antorcha, efímera publicación en la que se hicieron patentes de manera más cruda las discrepancias entre el autor de La raza cósmica y el gobierno nacional. Todas estas tareas editoriales daban cuenta ya de una forma de concebir la producción de libros y publicaciones periódicas como si se tratara de la difusión masiva de “lecturas”, obras que fueron distribuidas como “catecismos”,concentrados acervos didácticos o instrumentos de una campaña propagandística que tenía como pretensión reformar o, de ser posible, transformar la conciencia pública de un país.

Puede suponerse que, hacia finales de los 1960, Bar-Lewaw debe de haber encontrado –acaso en alguna hemeroteca o fondo reservado canadiense, pues para entonces daba clases en la Universidad de York, en Toronto– algunos números de Timón. La humillación, la vergüenza y el rencor que su hallazgo sin duda le produjeron lo llevaron a concebir un volumen editado en condiciones sumamente precarias, hoy inasequible, fetiche de unas cuantas bibliotecas privadas y señalado como si fuese un libro maldito: La revista “Timón” y José Vasconcelos.

EL FUEGO PURIFICADOR

Sea “misántropo” el nombre más dulce para mí y los rasgos de mi carácter el mal humor, la aspereza, la grosería, la ira y la carencia de humanidad. Si alguna vez veo a alguien que se abrasa en el fuego y me suplica que le salve, apagaré sus llamas con pez y aceite; y si el río, desbordado por la tempestad, arrambla con algún hombre y éste me tiende sus manos y suplica que le saque de allí, le empujaré y hundiré su cabeza bajo las aguas, de modo que no pueda flotar ya más. Así recibirán su merecido. Ha propuesto esta ley Timón, hijo de Equecrátides, del demo de Colito, y el mismo Timón la ha presentado a la aprobación de la asamblea. Bien. Aceptemos dicha ley y ciñámonos a ella con firmeza.

Luciano de Samosata, “Timón o el misántropo”

Lo que Itzhak Bar-Lewaw encontró se apartaba diametralmente de los periódicos, pasquines, gacetillas, boletines, cables noticiosos y hojas volantes que tradicionalmente constituyeron el arsenal propagandístico de la derecha mexicana y, para los 1940, de las agencias noticiosas de los países que tomaban parte en la Segunda Guerra. Timón, era evidente, estaba destinada a circular en un entorno de lectores lo más amplio posible. En perspectiva, puede afirmarse que su proyectado nicho de mercado era el mismo que el de los magazines de moda y las revistas deportivas. Su presentación era muy semejante a las de las publicaciones semanales en boga por esos años en Estados Unidos: formato tabloide, portada a colores, 48 páginas impresas en offset que utilizaban al menos tres familias tipográficas diferentes y ocho planas enteras de publicidad; en cuanto a la distribución de contenidos, se favorecía la fluidez de la lectura con un orden basado en el equilibrio entre la longitud y la densidad de los materiales escritos: un editorial, seis secciones fijas, diez articulistas invitados en promedio, una serie de “cartones de la guerra”, caricaturas políticas, columnas irregulares de moda, deportes, salud, consejos para la vida familiar, un apartado literario y una miscelánea variable sobre cine, religión, ciencia, ópera, filatelia, toros, escultura y pintura. Ya que los periódicos de la época costaban en promedio 3 centavos, podemos decir que Timón, por contenido, precio (50 centavos) y periodicidad (semanal), cabalmente era un lujo destinado para la alta clase media.

El académico estadounidense quedó pasmado cuando reparó en que el director de esa “Revista Continental”, como rezaba el subtítulo colocado en el frontispicio de la página editorial, era José Vasconcelos. El nombre de la publicación era extraño para una revista de ese perfil, toda vez que sus congéneres portaban títulos más explícitos, combativos o mesiánicos, como los periódicos de derecha Omega, La Reacción y El Hombre Libre, o los boletines Noticias de guerra y Diario de la guerra. La palabra “timón” podía asociarse lo mismo a la conducción, al dominio, al liderazgo o al líder, que al puesto de mando en un navío. El editorial anónimo del primer número intentaba dar cuenta de ello:

En las marejadas y torbellinos del momento actual, más que época alguna, hace falta, a la nave de los destinos colectivos, un timón que la dirija en la marcha. Pero el manejo del timón supone conocimiento de la ruta, firmeza de puño y audacia de la voluntad. No basta jamás con el impulso. Ningún pueblo se salva, si la inteligencia no le ha aclarado sus ímpetus. Donde gobierna el instinto, la barbarie perdura y la nación se convierte en paria [...] En todas las épocas el pueblo que se impone, es el que cuenta con una doctrina superior de vida [...] Lo importante para nosotros, de la situación internacional, es que se están debilitando las potencias bajo cuya hegemonía padecemos desde hace siglo y medio. Ni Inglaterra volverá a lo que fue; ni Francia tornará a ser el feudo de Frentes Populares y Estrellas con más o menos puntas de Oriente o de Occidente; ni los Estados Unidos van a escapar del cambio universal [...] Por el momento nuestro interés reside en el debilitamiento de la hegemonía anglosajona en el Planeta. Nuestra exigencia de pueblos en formación es que se derrumben todas las barreras que han estorbado nuestro progreso [...] Detrás de nuestros fracasos se ha alzado sonriente el poinsetismo, más poderoso cada día. Por eso mismo nuestro esfuerzo combativo ya no se limitará al presente y a la situación local, sino que buscará más bien la raíz de nuestros males para prender en ella el fuego purificador. ("Timón se define", en la revista Timón, volumen I, número 1, 22 de febrero de 1940, p. 5.)

Aturdido y despistado, Bar-Lewaw reconoció sin embargo algunos giros y formulaciones, elementos que bien pueden ser descritos como pivotes discursivos muy emblemáticos de la retórica vasconcelista. La oposición entre inteligencia y barbarie y expresiones como “hegemonía planetaria anglosajona”, “poinsetismo” y sobre todo “fuego purificador” eran comunes y típicas de los escritos de madurez de Vasconcelos, veterano misántropo que, a juzgar por sus escritos y tal como lo pide Luciano de Samosata, encaminándose al final de su vida pública quiso distinguirse por su aspereza, iracundia y hostilidad.

UNA NÓMINA DE LA DIFERENCIA

El primer número de Timón comenzó a circular el 22 de febrero de 1940 para desaparecer 16 entregas más tarde, censurada por el gobierno mexicano. A sabiendas de ello, Bar-Lewaw se dio a la tarea de localizar la colección completa de la revista, a determinar las condiciones de su corta existencia y a compilar una selección de escritos e ilustraciones contenidos en esa serie para dar forma a un libro que le sirviera, simultáneamente, para reparar su descomunal negligencia y para delatar la gravedad de un episodio sobre el que se había echado suficiente tierra con la intención de no volver a exhumarlo nunca.

La revista “Timón” y José Vasconcelos fue editado, en edición rústica de mil ejemplares, por la Casa Edimex, editorial de la que no existen mayores referencias en la actualidad y de la que no circula más ningún título. Terminado de imprimir en agosto de 1971, el libro está encuadernado en un paupérrimo cartoncillo azulado y fehacientemente transmite la sensación de ser una obra surgida en la clandestinidad y en circunstancias editoriales muy adversas. Divide su índice en artículos firmados por José Vasconcelos, los editoriales escritos por éste que se publicaron de manera anónima, artículos antialiados, antisemitas y los diversos textos que de forma manifiesta eran pronazis.

A través de aquel material, sobre todo en los artículos con referencia a sucesos de guerra; en las crónicas y despachos bélicos; en los ensayos y artículos de fondo que intentan analizar el desarrollo de las acciones militares en Europa, se hace patente un cuerpo de discursos que tuvo como meta, ante la opinión pública de este país, conferir aceptabilidad al programa político y a la ideología que propugnaban el triunfo de la Alemania nazi como resultado inexorable de la Segunda Guerra Mundial. Triunfo que significaría, sobre cualquier otro factor, la única opción de México para librarse del tradicional dominio económico y político de Estados Unidos.

Es imprescindible subrayarlo: a diferencia de otras publicaciones profascistas elaboradas como meros panfletos o como almanaques propagandísticos dirigidos a los grupos militares (con mucha presencia aún en el México de 1940), Timón fue concebida como una revista semanal de cultura política disfrazada bajo la fórmula de refinada publicación familiar, un espacio impreso dedicado al público de clase media donde coincidieron periodistas y escritores antiimperialistas, germanófilos, antisemitas, hispanistas y anticomunistas. La nómina de colaboradores del semanario incluyó a antiguos militantes de la campaña presidencial vasconcelista como Andrés Henestrosa; al hispanista Alfonso Junco, autor de una biografía de Agustín de Iturbide, creador de semblanzas y fisionomías literarias; al refugiado republicano español Benjamín Jarnés, quien tradujo por entregas para Timón la novela La puerta estrecha, de André Gide; al cronista de temas literarios hispánicos Eduardo de Ontañón, biógrafo de Fray Servando Teresa de Mier; a Rafael Aguayo Spencer, estudioso de las obras de Lucas Alamán y Vasco de Quiroga; al bibliotecario y “bibliófago” David Niño Arce, responsable de una bibliografía ineludible del propio Vasconcelos; a José Calero, uno de los pocos colaboradores de la revista que estudiaron en Colegio Alemán, quien desistiría de su pronazismo y se convirtió en filántropo en Polonia; al poeta, soldado, duelista, exiliado político y anticuario Adolfo León Osorio; y, en fin, a personalidades variopintas como el Dr. Atl, María Elena Sodi de Pallares, Teodoro Schumacher y Francis de Miomandre, más una extensa lista de nombres que hoy poco o nada nos dicen. Entre los periodistas de mayor presencia en la prensa de derecha estuvieron Carlos Roel, Antonio López Estrada, Antonio Islas Bravo y Pedro Zuloaga. Un grupo de solitarios, empecinados, intolerantes y excéntricos. Una constelación de partidarios de todas las causas, y por lo tanto de ninguna, que encontraron en Timón un escaparate inmejorable para expresar su diferencia.

LA IMPENETRABLE TELA DE ARAÑA

Hitler, aunque dispone de un poder absoluto, se halla a mil leguas del cesarismo. La fuerza no le viene a Hitler del cuartel, sino del libro que le inspiró su cacumen. El poder no se lo debe Hitler a las tropas, ni a los batallones, sino a sus propios discursos que le ganaron el poder en democrática competencia con todos los demás jefes y aspirantes a jefes que desarrolló la Alemania de la Post-Guerra. Hitler representa, en suma, una idea, la idea alemana, tantas veces humillada antaño por el militarismo de los franceses y por la perfidia de los ingleses. José Vasconcelos, “La inteligencia se impone”, Timón, núm. 16, junio 8, 1940.

¿De dónde provenían los recursos para financiar los costos de una publicación de esas magnitudes, con un grupo de colaboradores tan amplio y con un pretendido alcance continental? Los precios de las suscripciones, de las inserciones publicitarias y de los anuncios a color eran caros para la época, sin duda. Un abono por seis meses costaba 12 pesos; un octavo de plana, 50; una página en color a dos tintas 500 y una a cuatro tintas, 800. Los ejemplares atrasados costaban un peso. Aunque hubieran dedicado las tres cuartas partes de la revista a la publicidad, los ingresos obtenidos no hubieran bastado para pagar al personal administrativo, las oficinas, el papel, la impresión y al grupo de colaboradores asiduos, sin descontar los salarios que el propio Vasconcelos y su gerente, el cubano César Calvo, devengaban respectivamente por la dirección editorial y la coordinación administrativa de su publicación. (Respuesta de Spectator a la pregunta de éste párrafo: los recursos económicos para financiar una publicación tan costosa provinieron en parte de las mismas fuentes que tras la derrota de Hitler en 1944 financiaron la publicación en México en los años cincuenta y en los años sesenta de los libros de Salvador Borrego -Derrota Mundial, América Peligra, etc.-, Traian Romanescu -La Gran Conspiración Judía, Traición a Occidente, etc.- y Maurice Pinay -Complot contra la Iglesia-, mismas fuentes de financiamiento que hoy continúan subsidiando en secreto la continuada publicación de los ejemplares de estas obras de corte fascista neo-Nazi, mismas fuentes que siguen laborando desde las tinieblas para consolidar en América Latina lo que Hitler tenía planeado para toda América Latina y para el continente americano, las cuales lograron su primer gran triunfo con la elevación del pro-Yunquista guanajuatense Vicente Fox a la Presidencia de México en el año 2000.)

Salvo haber constatado que diversos empresarios y comerciantes alemanes identificados como notorios militantes nacionalsocialistas en la capital, como Alfred Auer (domiciliado en la colonia Roma y concesionario de la firma Blaupunkt), subsidiaban al semanario con la compra de espacios publicitarios, Bar-Lewaw no pudo encontrar pruebas tajantes de que José Vasconcelos fuera agente pagado por los nazis. Sin embargo, no le quedó ninguna duda de que el escritor y su revista eran instrumentos de la maquinaria de propaganda del III Reich en México.

El académico no pudo penetrar la entreverada tela de araña que envolvía su caso de estudio por una sola razón: no tuvo acceso al expediente que establece el vínculo irrefutable entre Vasconcelos, Timón y los fondos que la Embajada Alemana destinaba a la guerra de propaganda contra los países aliados. El hoy célebre informe confidencial “El nazismo en México”, que obra en el Archivo General de la Nación (“El nazismo en México”, expediente 704.1/174-1, reporte de los inspectores PS-10 y PS-24 con fecha del 23 de mayo de 1940. Grupo documental: Archivo Administrativo Lázaro Cárdenas.), da cuenta de que el aparato de propaganda nacionalsocialista había desplegado acciones directas en varios frentes. En el apartado dedicado a la “Propaganda destinada a Mexicanos”, inciso ‘Publicaciones Propias’, los apresurados y titubeantes redactores hacían constar que

Sabemos de tres ensayos de publicaciones publicadas por cuenta de la Legación Alemana o del servicio secreto nazi: la primera fue una vulgarísima hoja antisemítica llamada “Defensa” [...] La segunda publicación es una edición en español del Periódico Alemán de México, que comenzó a aparecer al comienzo de la guerra actual. [...] La tercera y a la vez más hábil publicación de esta naturaleza es la nueva revista “Timón” cuyo director es José Vasconcelos y cuyo “gerente” (pero extraoficialmente en funciones de director) es el cubano César Calvo. El periódico dedica el 80% de su espacio a propagar las tesis alemanas. En el número antepasado se publican fotografías de un fraternal tête-à-tête entre Vasconcelos y Dietrich. (Nota de Orestes Aguilar: Hace referencia al número 12 de Timón, del 11 de mayo de 1940, p. 2. “Dietrich” es Arthur Dietrich, antiguo Ortsgruppenleiter del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán en México, agregado de prensa de la Embajada Alemana y el agente más importante en todo lo concerniente a propaganda, espionaje y sabotaje en el país.) La presentación de la revista es excelente, y después de “Hoy” es la más costosa de México. Todavía no tiene circulación ni anuncios que valgan la pena, por lo que es casi totalmente costeada por la Legación Alemana. César Calvo ha dicho públicamente que la revista “Timón” tiene todo el dinero que necesita para mucho tiempo. El compañero Rubio ha sabido que la Legación Alemana se ha comprometido a pagar el costo de la revista durante seis meses, para encarrilarla.

Ese ilusorio encarrilamiento se detendría pronto. Tres días después de la entrada de la Wehrmacht en París, el 15 de junio de 1940, Calvo fue arrestado y Timón confiscada para siempre por la Secretaría de Gobernación. A excepción de Itzhak Bar-Lewaw, nadie ha vuelto a explorar con rigor las páginas incendiarias y perturbadoras de esa revista. Hay que regresar a ellas con la convicción de que guardan el secreto de la enigmática conversión transitoria (¿?) al nacionalsocialismo de ese gran escritor que fue José Vasconcelos.

La similitud entre los Sinarquistas Cristeros que apoyaron a José Vasconcelos cuando intentó apoderarse de la Presidencia de México:





y los nacionalsocialistas de Alemania:





iba más allá de la similitud en los atuendos. En los estratos superiores de las jerarquías (en el caso de México, el líder nacional Salvador Abascal Infante -cuyo hijo fue instalado como Secretario de Gobernación por el pro-Yunquista Presidente Vicente Fox- así como sus allegados cercanos y en la naciente ultraderecha proto-Nazi de Guadalajara zumbaban sin cesar Los Protocolos de los Sabios de Sión con los cuales los extremistas del ayer al igual que los extremistas de hoy estaban firmemente convencidos en la existencia de una "gran conspiración judía masónica comunista" para lograr el dominio del mundo. Ambas corrientes pese a estar situadas en dos continentes distintos tenían mucho en común en su radicalismo de derecha, radicalismo en el que José Vasconcelos vió su oportunidad para poder llegar a la Presidencia de la República.

José Vasconcelos admiraba al dictador alemán Adolfo Hitler y posiblemente Hitler admiraba a Vasconcelos aunque no lo conocía en persona. Con lo que hemos visto deben quedar pocas dudas de que si José Vasconcelos hubiese llegado a la Presidencia de México, pese a haber sido postulado por el Partido Antirreleccionista de cualquier modo tras las elecciones del 17 de noviembre de 1929 Vasconcelos se habría eternizado en el poder "por el bien de México" con la ayuda de Sinarquistas, ex-Cristeros y el apoyo de los ultra-conservadores pro-fascistas de México, tal y como lo hiciera su casi-homólogo Francisco Franco quien llegó al poder con la falsa promesa de que les iba a restaurar a los españoles su monarquía y terminó atornillándose firmemente en el poder como dictador no soltando las riendas sino hasta que la parca se encargó de ello tras varias décadas de oprobioso absolutismo franquista que estancó a España en una "Edad Media". Sobre esto cabe destacar que dos semanas después, el 1 de diciembre, José Vasconcelos dio a conocer su plan de Guaymas en el que se proclamó presidente electo desconociendo a las autoridades establecidas y convocando a sus simpatizantes a un movimiento armado (posiblemente siguiendo el ejemplo de su ídolo Hitler quien seis años atrás intentó tomar las riendas del poder por la fuerza con su putsch) para instalarse como Presidente de México por la fuerza, conminando al país a un segundo gran baño de sangre como si la Revolución de 1910 que le costó al país un millón de muertos y la Guerra Cristera recién concluída no hubiesen sido suficientes. En sus formas y en su actitud asomó algo más que una convicción por la justicia, la igualdad o la democracia, asomaron la megalomanía y los aires mesiánicos que han acompañado a gran parte de los protagonistas de la historia mexicana. Y pese a no obtener los resultados por él deseados al no haber muchos dispuestos a matarse por José Vasconcelos, de cualquier manera se estuvo firmando como Presidente de México, algo que debe sopesado por quienes hoy critican y atacan duramente a Andrés Manuel López Obrador por haberse proclamado Presidente legítimo de México tras el presunto fraude electoral del 2006.

De haberse salido con la suya los ultraconservadores de México, José Vasconcelos debería haber sido Presidente de México, y bajo él se habría vuelto realidad una agenda amplia que incluiría cosas tales como los rezos obligatorios en las escuelas públicas, prohibición total de las faldas cortas en las mujeres y del pelo largo en los hombres, la satanización con persecusión y encarcelamiento de todos los homosexuales de México, la eventual prohibición por los continuadores de la obra vasconcelista (como el grupo Yunquista PROVIDA de hoy) del uso de la píldora anticonceptiva y la "píldora del día siguiente" como métodos de planificación familiar así como la proscripción total del aborto inclusive en casos de violación e incesto o cuando la vida de la madre esté en peligro, la proscripción de la teoría de la evolución y todas aquellas enseñanzas consideradas demasiado "racionalistas" por algún censor, un intercambio "cultural" intensificado con los regímenes fascistas de Alemania, Italia y España, la historia de México reescrita en su totalidad para poner como villanos asesinos a Benito Juárez, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero (por haber pertenecido a fraternidades masónicas) y la glorificación de monarquistas anti-republicanos como Miguel Miramón y Tomas Mejía, la censura absoluta de todo lo que se ve y se lee y se publica en el país incluída la prohibición total a música modernista de vanguardia introducida por compositores de la Unión Soviética como Sergei Prokofiev y Dmitri Shostakovich así como el rock tanto clásico (Elvis Presley, Ritchie Valens, Enrique Guzmán, César Costa, Angélica María, etc.) como moderno (los Beatles, Queen, Creedence Clearwater Revival, etc.) , el moralismo como tarea fundamental del Estado, campos de reclusión (concentración) para todos aquellos considerados "indeseables" y enemigos del Estado vasconcelista, un régimen de partido único de derecha conservadora aferrándose obstinadamente al poder (como hoy lo hace el PAN, de lo cual dió pruebas de sobra en las elecciones presidenciales del 2006), la proscripción total y absoluta de revistas para caballeros como Playboy y MAXIM así como de todas aquellas revistas para mujeres consideradas "inmorales" tales como COSMOPOLITAN, etc., en fín, un régimen como el que estuvieron padeciendo los españoles bajo la bota del dictador fascista Francisco Franco durante lo más negro de lo que hoy se conoce como la España negra. Bajo José Vasconcelos como Presidente de México, la década de los treintas indudablemente habría comenzado para México estableciendo una colaboración estrecha con el régimen Nazi de Adolfo Hitler a quien Vasconcelos tanto admiraba y con el dictador de España Francisco Franco, oficializando en México una educación "de excelencia" como la que recibían los niños alemanes basada en Los Protocolos de los Sabios de Sión y la creencia en "la gran conspiración judía masónica comunista", y es posible que inclusive hasta habría aliado a México con los países del Eje al estallar la Segunda Guerra Mundial, distrayéndole a los norteamericanos una cantidad suficiente de material y recursos humanos como para haberle permitido a Hitler apoderarse del continente europeo, arrojando a la humanidad entera a la peor pesadilla de su historia. Esto es ni más ni menos lo que estuvo a punto de ocurrir en aquél entonces. José Vasconcelos, de haber sido Presidente de México, habría terminado convirtiéndose en uno de los peores traidores habidos y por haber en toda Hispanoamérica, aunque el destino no se lo permitió.





El haberle "borrado" a José Vasconcelos su negro pasado limpiándole su imagen para la posteridad es uno de los mayores triunfos de los revisionistas y propagandistas de la ultraderecha, los mismos que hoy insisten en borrarle también a Hitler el estigma del Holocausto. Esto es lo que hay que tener presente en mente cada vez que se honra de alguna manera a José Vasconcelos en la actualidad, ya sea levantándole un monumento, ya sea poniéndole su nombre a alguna calle o avenida, ya sea dándole su nombre a alguna biblioteca o algún centro cultural, ya sea dándole su nombre a algún premio como el Premio José Vasconcelos, o dándole su nombre a alguna escuela preparatoria o colegio de bachilleres.

José Vasconcelos no es el único personaje histórico cuya imagen ha sido objeto de una campaña intensa de glorificación que en México ha dado los amplios resultados que están a la vista. Hay muchos otros personajes que también están siendo ensalzados a la vez que se soslaya los negros antecedentes de los mismos en la promoción activa del fascismo que se padece hoy en Latinoamérica. Uno de ellos es el sacerdote jesuita argentino Julio Meinvielle, y como parte de su glorificación se ha montado en Buenos Aires, Argentina, un sitio Web para alabarlo como si fuese un santo, cuya página de entrada es la siguiente:





Este sitio Web fue creado el 10 de noviembre del 2004 en Buenos Aires por el "Instituto del Verbo Encarnado".

Se trata del mismo hombre que dedicó una buena parte de su vida a "instruír" a generaciones enteras de jóvenes católicos en Los Protocolos de los Sabios de Sión pese a que sabía que estos eran el producto de un vil fraude literario y por lo cual jamás pidió perdón ni disculpa alguna a los católicos a los cuales encausó por el sendero del odio en lugar de encausarlos por el sendero del amor y del bien como se hubiera esperado de un discípulo de Jesús. Es el mismo ser diabólico que impulsó en Argentina la creación de Movimiento Nacionalista Tacuara -el equivalente argentino de los Tecos de la la Universidad Autónoma de Guadalajara- que cometería atrocidades sin nombre en contra de la población argentina -tanto judíos como no-judíos- al amparo de la guerra sucia encabezada por la ultraderechista dictadura militar argentina. Es el mismo clérigo fundamentalista que abonó el terreno para arrojar a millares de jóvenes desde Argentina hasta México e inclusive hasta en la misma España a los brazos del neo-Nazismo basado en la mitología de "la gran conspiración judía masónica comunista", creando las generaciones de desquiciados carniceros que como miembros de los escuadrones de la muerte ultraderechistas participaron alrededor del mundo en atrocidades de tal magnitud que sólo pueden ser equiparadas con las que cometieron los mismos Nazis al servicio incondicional de Hitler. Y por si esto fuese poco, se trata del mismo hombre que dió amplia asesoría "espiritual" a los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara para reafirmarles una y mil veces que estaban en lo correcto al organizarse clandestinamente en las tinieblas para desde allí combatir a "la gran conspiración judía masónica comunista". Naturalmente, los que hoy quieren "lavarle" su imagen a Julio Meinvielle con el fin de subirlo a los altares primero elevándolo a la beatitud y tras esto a la santidad para que los neo-Nazis argentinos y los ultraderechistas de Guadalajara en México lo puedan adorar como "San Julio Meinvielle" santificado en el Nazismo, erigiéndolo como "santo patrono protector" de los ultraderechistas de Latinoamérica para pedirle su intercesión para lograr sus negros objetivos terrenales, omiten hacer mención alguna a esta fase importante y negra en la vida de Julio Meinvielle. Desafortunadamente para él, hay otros quienes, como Spectator no permitirán que el verdadero Julio Meinvielle sea olvidado jamás al igual que el verdadero José Vasconcelos, porque es lo menos que realmente se merece este tipo de gente.